Soliloquia

La anécdota es simple: Había salido a ese patio desconocido y estaban cantando “cumpleaños feliz...” Y entre palma y palma, miré hacia arriba...y... sin pensarlo dos veces...mis pasos me llevaron al inútil antojo de hacerle una foto a la luna que se asomaba, tentadora, a través de la sombra de las hojas de un árbol, que la tapaban, en aquella casa a la que visitaba por primera vez en mi vida.  Yo, con particular desgano y sin mayores pretensiones, me aparté del canto y mirando hacia arriba, hipnotizada, caminé un paso, dos pasos, tres pasos, buscando el ángulo perfecto, teléfono en mano, hacia arriba para la foto... y al cuarto paso... caí caí y caí hasta el fondo y sin prisa... cual cámara lenta de la vida misma... y la ley de gravedad quebró mi cuerpo en convexo hasta caer en un manto de burbujas blancas y azules que iluminaron mi noche. Nunca un ridículo me fue tan húmedo y anacrónico. Nunca antes el tiempo me había puesto a volar en un instante claro y revelador de la metáfora de mi vida en la que el riesgo está a la vista y el vacío es mi peligro. Nunca imaginé la inercia de una caída tan parecida a un último suspiro. Nunca olvidaré que mi instinto me empujó a sostener mis espejuelos en aquella profundidad impuesta por una ley demasiado grave para mi gusto, como si se asegurara el prisma por el que debo volver a mirar y a ver, que no es lo mismo, pero es igual. Nunca olvidaré el instante, antes de salir a flote, en el que supe que lo que he perdido, me esperaba, con una toalla de asombro, una vez que saliera a este mundo, también, desconocido... esas cosas pasan...

 

Fecha de Publicación: 05/15/20

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